jueves, 14 de febrero de 2019

Bloque 7.2. Resume el origen y evolución de catalanismo, el nacionalismo vasco y el regionalismo gallego

Regionalismo y nacionalismo surgieron durante el último cuarto del siglo XIX, como nueva oposición al sistema centralista de la Restauración. El regionalismo pretendía un cierto nivel de autogobierno en una región determinada, estableciendo como límite lo que afectase a la soberanía de España como Estado. El nacionalismo intentaba desbordar ese límite, aunque no significaba necesariamente la reivindicación de la independencia. Hasta la Restauración las reivindicaciones foralistas o regionalistas se habían canalizado a través del republicanismo federal (progresista) y del carlismo (conservador). Una vez que ambas corrientes quedaron debilitadas, surgieron movimientos reivindicativos de los llamados “derechos históricos” de catalanes y vascos, y en menor medida, de gallegos y valencianos.

Entre los factores que propiciaron el nacionalismo se pueden citar:
·      Los movimientos culturales, como el romanticismo, que rescataban la riqueza de las lenguas vernáculas y de las costumbres autóctonas, reivindicaban su memoria colectiva de un modo bastante idealizado, y criticaban el centralismo del Estado liberal.
·      Las diferencias económicas, provocadas por la distinta incidencia de la industrialización entre las regiones, afectando a su relación con el resto del territorio. La burguesía de las regiones periféricas, más industrializadas reivindicó el proteccionismo como vía para defender sus intereses, frente a la filosofía librecambista del Gobierno de Madrid.
El desarrollo de los nacionalismos en España coincidió así mismo con el auge del nacionalismo en Europa.
El desarrollo del movimiento nacionalista de fin de siglo se centra en dos zonas de España:
En Cataluña, la primera conciencia regionalista-nacionalista se expresó a mediados de siglo, con el movimiento cultural de la Renaixença, buscando revitalizar la lengua y cultura catalanas, y en el que destacaron Jacinto Verdaguer y Ángel Guimerá. Tras la experiencia federalista de Pi y Margall, durante la I República, los grupos nacionalistas se aglutinaron en torno al republicano y federalista Valentí Almirall, fundador del Centre Catalá en 1882, y promotor del "Memorial de Greuges" (memorial de agravios) presentado al Rey en 1885, y que reivindicaba el proteccionismo para la industria catalana y la recuperación del derecho catalán frente al derecho centralizador español.
En 1891 surgió la Unió Catalanista, cuyo programa, las «Bases de Manresa» (1892), fijaba una serie de reivindicaciones políticas y culturales para Cataluña: autogobierno, derecho civil catalán y uso de la lengua propia, así como la defensa de los intereses económicos de la burguesía catalana. No se planteaba la independencia, y eran un movimiento de carácter conservador.
En 1901 se funda la Lliga Regionalista de Cataluña, por Prat de la Riba y Francesc Cambó. Este parido representaba una opción conservadora y moderada, representando los intereses de las clases medias, que condenaban el centralismo, pero no buscaban alterar el modelo social existente. Este partido tendrá un importante peso político en los primeros años de siglo XX.
En el País Vasco, las aspiraciones foralistas y culturales cristalizaron, algo más tardíamente, en el nacionalismo de Sabino Arana, fundador en 1895 del Partido Nacionalista Vasco. Las bases ideológicas pasaban por la reivindicación de la tradición, el foralismo carlista y el integrismo católico, así como los valores de la sociedad tradicional vasca (“Dios y Leyes viejas”). Las ideas de Arana se fundamentaban en la defensa a ultranza de la integridad cultural y étnica del pueblo vasco, y en una feroz crítica a la industrialización como responsable de la pérdida de las tradiciones vascas. Su radicalización adquirió tintes racistas, como defensor de la raza vasca frente a los maquetos, considerados culpables de la degeneración de la raza vasca por el mestizaje (antiespañolismo), así como la reivindicación de la independencia. Desaparecido Arana, el PNV poco a poco fue arraigando como una opción nacionalista católica y conservadora entre las clases medias, puesto que la clase empresarial y financiera estaba muy cómoda con la política de Madrid.
El movimiento regionalista fue más débil y tardío, desarrollándose en Galicia, Valencia y Andalucía. El regionalismo gallego tuvo un importante componente cultural con “O Rexurdimiento” de Rosalía de Castro, surgido como reacción al atraso y marginación de Galicia y en reivindicación de la lengua gallega. Estuvo apoyado por los propietarios agrarios y por la clase media comerciante, y en su seno, se mezclaron tendencias tradicionalistas como la representada por Alfredo Brañas, con otras de carácter liberal y democrático, encabezadas por Manuel Martínez Murguía (esposo de Rosalía de Castro), que defendía el carácter nacional de Galicia. Las divisiones internas y el escaso apoyo social debilitaron este movimiento.
El regionalismo valenciano parte también de un renacimiento cultural Renaixença, y se caracterizó por el rechazo del centralismo del Estado y del nacionalismo catalán. El regionalismo andaluz tuvo su punto de partida en el movimiento cantonal de 1873, destacando en su formación Blas Infante.

No hay comentarios:

Publicar un comentario