jueves, 14 de febrero de 2019

Bloque 7.4. Especifica las consecuencias para España de la crisis del 98 en los ámbitos económico, político e ideológico




La derrota colonial de 1898 fue un aldabonazo cuyos efectos hacen del fin de siglo un momento histórico crucial. Además de la pérdida de lo que quedaba del imperio colonial español y de las considerables pérdidas humanas, con más de 100.000 muertos y miles de heridos, la consecuencia más visible de esta crisis será la desmoralización de un país consciente de su propia debilidad y de lo inútil del sacrificio.




Las pérdidas económicas, si bien no fueron excesivas en España, salvo la subida de los precios de los alimentos en 1898, sí que llegarían a medio plazo: pérdida de los ingresos procedentes de las colonias, del mercado privilegiado que éstas suponían para los productos españoles y ciertas mercancías que, como el azúcar, el cacao o el café, deberían comprarse en el futuro a precios internacionales. A cambio, hubo una repatriación de capitales, sobre todo hacía el norte de España, que fueron el punto de partida de la creación de sociedades mercantiles y de importantes entidades bancarias.
En cuanto a las consecuencias políticas, el impacto sobre el sistema político resultó inevitable, puesto que la derrota se vio como la incapacidad de los distintos gobiernos para evitar la guerra y, una vez iniciada, lograr la victoria. El desgaste afectó a los dos partidos dinásticos, pero especialmente al Liberal y a Sagasta, a quien tocó la misión de afrontar la derrota. Sin embargo, no hubo grandes cambios: el gobierno se mantuvo en el poder y se acallaron las escasas críticas y protestas promovidas por los partidos ajenos al turno y los intelectuales. Esto también sería el final de la carrera de la primera generación de dirigentes políticos de la Restauración, que debió ceder el terreno a nuevos líderes, como Francisco Sírvela y Antonio Maura, en el Partido Conservador, o Eugenio Montero Ríos y José Canalejas, entre los liberales.
Dentro del ámbito político, podemos englobar el problema del desprestigio militar, quizás la consecuencia más grave, derivada de la contundencia de la derrota.  Pese a la capacidad demostrada por algunos generales y al valor de las tropas, era evidente que el Ejército no había estado preparado para un conflicto como el ocurrido. Así, con el daño a la imagen del Ejército y la desmoralización de éste, que atribuye responsabilidades a los políticos, resurgirá el problema militar en España.
Desde el punto de vista ideológico, la desmoralización por el fracaso colonial avivó una crisis de la conciencia nacional, comenzando a configurarse una corriente transformadora de la vida pública, que permitiese regenerar el país, tanto desde dentro del sistema (Silvela, Maura) como desde fuera (Joaquín Costa); es el conocido como Regeneracionismo. Este sentimiento pesimista y regenerador se materializó también en el mundo intelectual, en la llamada Generación del 98.

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