viernes, 15 de febrero de 2019

Bloque 8.1. Identifica los factores del lento crecimiento demográfico español en el siglo XIX


En comparación con los países europeos occidentales, España tuvo un ritmo de crecimiento demográfico lento en el siglo XIX: de 10’5 millones en 1797 pasó a 18’6 millones en 1900. La tasa de natalidad española, al terminar el siglo, era del 34 por mil, de las más altas de Europa, pero era insuficiente ante la alta mortalidad porque, aunque la mortalidad disminuyó a lo largo del siglo, al terminar éste era del 29 por mil, la segunda más alta de Europa. La esperanza media de vida no llegaba a los 35 años. 

Las causas que explicarían esta alta mortalidad serían varias. En primer lugar, en España pervivieron las crisis de subsistencia propias de la época del Antiguo Régimen. Estas crisis se debieron a dos causas. Por un lado, había un factor coyuntural. La meteorología fue muy determinante para que se dieran malas cosechas, incidiendo sobre una realidad estructural evidente: el atraso técnico de la agricultura española, que generaba bajos rendimientos. Además, las carencias del transporte impedían llevar productos de las zonas excedentarias a las deficitarias.
Otro factor muy importante fue el protagonizado por las periódicas epidemias de cólera, tifus y fiebre amarilla, así como por la prevalencia de enfermedades endémicas como la tuberculosis, viruela, sarampión, escarlatina y difteria. Las epidemias y las enfermedades incidían de forma brutal sobre una población muy debilitada por evidentes carencias alimenticias y por una deficiente atención sanitaria. La mortalidad, en todo caso, manifestó las claras diferencias sociales del siglo. El acceso a la medicina moderna, así como a viviendas con adelantos modernos y que cumpliesen requisitos de salubridad, solamente fue posible para las clases alta y media.
En relación con los flujos migratorios, hay que señalar que en la España decimonónica hubo una desigual distribución geográfica de la población. Se dieron desplazamientos desde el norte hacia el sur, y hubo un evidente abandono de la Meseta central, salvo Madrid, hacia la costa mediterránea. Las razones de estas migraciones estarían en las ventajas económicas de las zonas costeras, con tierras más fértiles y nacientes industrias, y en que las comunicaciones eran mejores en las zonas marítimas.
En España, el proceso de urbanización fue limitado. El movimiento del campo a la ciudad es un fenómeno muy relacionado con la revolución agrícola y la industrialización. Al no haber en España una clara modernización agrícola y con una industrialización lenta y tardía, el éxodo rural no comenzó hasta fines del siglo XIX, siendo más evidente en el siguiente siglo. La mayor parte de la población siguió viviendo en el campo. Solamente destacaron Madrid y Barcelona, la primera por su condición de capital política y la segunda por ser la cuna de la revolución industrial en nuestro país.
En conclusión, en España pervivió el régimen demográfico antiguo, con la excepción de Cataluña, que inició antes la transición demográfica, precisamente en relación con su proceso de industrialización y modernización económica.
                                  Por Eduardo Montagut Contreras. Doctor en Historia Moderna y Contemporánea.@Montagut5

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