En momento de la conquista romana de la Península, ésta
se encontraba poblada por diferentes pueblos, con características muy diferentes,
debido fundamentalmente a su localización geográfica y, sobre todo, al mayor o
menor grado de relación con los pueblos colonizadores llegados desde Centroeuropa
o desde el Mediterráneo.
El mayor grado de influencia de fenicios y griegos lo
encontramos en el área mediterránea, ocupada por los llamados pueblos íberos. El área íbera se extendía
desde Cataluña hasta el golfo de Cádiz, y era el territorio en el que vivían
pueblos diversos, pero con elementos comunes, entre los cuales se encontraba el
uso de una misma lengua, el ibérico, el conocimiento de la escritura, de clara
influencia griega y fenicia, y el desarrollo de estructuras económicas,
sociales y políticas derivadas de su convivencia con dichos pueblos mediterráneos.
Podemos decir que el legado de griegos y fenicios se hizo patente en toda el área
ibérica, lo que influirá sobre manera en su mayor permeabilidad a influencias
extranjeras, como será el caso de los romanos.
Su economía se basaba en la agricultura y la ganadería, pero
también realizaban actividades industriales como la metalurgia o la textil; comerciales
y usaban la moneda (introducida por griegos y fenicios). Sus poblados
amurallados se situaban en lugares elevados y, poco a poco, fueron adquiriendo
características propiamente urbanas.
La sociedad estaba jerarquizada, comprendiendo desde la
aristocracia hasta los esclavos, y en ella se daban unas relaciones de carácter
personal basadas en el culto a un jefe, "devotio
ibérica". Políticamente
también recibieron claras influencias de los colonizadores, sobre todo en la
formación de estructuras estatales. Se organizaban en
ciudades-estado, bajo el gobierno de reyezuelos (régulos) o asambleas de
claro predominio militar. En algunos casos parece que se establecieron modelos
democráticos griegos, con asamblea, senado y magistrados.
En sus manifestaciones artísticas destacó la escultura,
de clara influencia fenicia, con abundantes estatuillas votivas y obras de
mayor tamaño e importancia como la Bicha de Balazote, la Dama de Elche y la
Dama de Baza.
Por lo que respecta al área celta, existe una clara
diferenciación entre la zona del centro y centro-oeste (lusitanos, celtíberos,
vettones...) y la zona del norte y noroeste peninsular (galaicos, astures cántabros...).
Ambas zonas tienen en común el sustrato económico, social y cultural celta
(indoeuropeo), con un menor nivel de desarrollo, aunque en el caso de los
pueblos del centro, su contacto con los pueblos íberos les permitió un nivel de
desarrollo mayor.
Entre los pueblos del centro y centro-oeste, la actividad
económica se centraba en la agricultura (vacceos) y la ganadería (vettones).
Sin apenas desarrollo de la artesanía, salvo la metalurgia del hierro, y con un
escaso comercio, lo que les llevaba, en muchos casos, a practicar el pillaje
sobre los pueblos vecinos.
Su estructura social era tribal, basada en el parentesco
y estructurada en clanes, con fuerte cohesión entre sus miembros. No tenían una
organización política estatal, limitándose a consejos de ancianos o a seguir a
cabecillas destacados por su valor en el combate. En algunos casos se
desarrollaron relaciones de clientela con los jefes, que les garantizaban la
defensa.
En el norte y noroeste se desarrolló la cultura castreña,
basada en poblados fortificados, castros, rodeados de murallas, en cuyo
interior se disponían las casas que alojaban a personas y ganado. Su economía
era básicamente ganadera, completada con la caza, pesca y la recolección. Con
escaso desarrollo artesanal, parece que se dedicaron a la metalurgia del oro, y
el trueque fue su principal método de intercambio comercial, por lo que no
conocían la moneda.
Su estructura social y política eran básicamente iguales
que las de los pueblos del centro peninsular.
Las manifestaciones artísticas de los pueblos del área
celta no fueron tan numerosas ni importantes como las de los Iberos, destacando
la llamada “cultura de los verracos”, desarrollada entre los vetones, caracterizada
por grandes esculturas de animales, quizás relacionados con cultos ganaderos.
En general, el mayor aislamiento de todos estos pueblos y
su menos desarrollo provocó su dura resistencia a la ocupación romana, dando
lugar a cruentas y largas guerras.
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