martes, 27 de marzo de 2018

Bloque 11.4. Relaciona la evolución política del régimen de Franco con los cambios que se producen en el contexto internacional


    Desde el inicio del régimen de Franco, hasta su final, su evolución política estuvo muy marcada por el devenir de la política internacional. Desde la II Guerra mundial, y el no alineamiento, pasando por la Guerra Fría, con la consiguiente aceptación del régimen por EE.UU. y, poco a poco, por el resto de la comunidad internacional, hasta el declive, marcado por las presiones internacionales hacia la dura política represiva de un Franco moribundo, el franquismo vivió mirando siempre hacia el exterior, en busca de su aceptación internacional. En esa aceptación, está una de las claves de su larga duración.

a. Los años cuarenta: de la no beligerancia al aislamiento

La década de los cuarenta estuvo muy condicionada por la II Guerra Mundial. En los días finales de la guerra civil se firmó el Acuerdo de asociación al Eje Berlín-Roma-Tokio, que vincularía a España a las potencias fascistas al estallar, en septiembre de 1939, la II Guerra Mundial. En el marco de esta alianza, los falangistas adquirieron un importante peso en el Gobierno, con Ramón Serrano Suñer, cuñado de Franco, a la cabeza de la política exterior y de la construcción ideológica del nuevo régimen. Hasta agosto de 1942, su línea filofascista y totalitaria impregnó los comportamientos, las declaraciones públicas y la información de la prensa sobre la guerra.
A pesar de la declaración de no beligerancia, realizada por el gobierno español, las relaciones con las potencias del eje fascista marcaron este periodo, en el que destacarán dos acontecimientos: el encuentro, en la frontera de Hendaya, entre Franco y Hitler, en octubre de 1940, y que fue un fracaso para ambos (a pesar de la propaganda del régimen que afirmaba todo lo contrario),  y la organización, en 1941, de la División Azul, una unidad de voluntarios que, bajo el mando del general  Muñoz Grandes, fue enviada al frente ruso, en apoyo de las tropas nazis que habían invadido Rusia, en la llamada “Operación Barbarroja”.
A partir del verano de 1942, las primeras derrotas alemanas hicieron necesario adoptar una posición más distante, iniciándose un progresivo giro hacia los aliados. Serrano Suñer es apartado del gobierno y se pasa de la no beligerancia a la neutralidad, que se intensificó durante los dos años siguientes. La estética fascista y la propaganda se fueron suavizando hasta desaparecer en los meses finales de la guerra y se llegó a autorizar a los aviones aliados el uso de aeródromos españoles.
Tras la derrota de las potencias del Eje, en 1945, la posición de la dictadura se hizo muy difícil, pues la victoria aliada supuso el posicionamiento de los dirigentes de los países vencedores contra a Franco, resaltando su apoyo a alemanes e italianos durante la guerra. Aunque el régimen intentó maquillar su cara con la aprobación del Fuero de los Españoles o sustituyendo en el poder a los sectores radicales del falangismo, no pudo impedir que los aliados, reunidos en agosto en Potsdam, se negaran a aceptar la entrada de España en la Organización de las Naciones Unidas (O.N.U.). A ello se añadirá la retirada de embajadores de Francia, Reino Unido y EE.UU., y la declaración del Consejo de Seguridad de la O.N.U. del régimen de Franco como una amenaza potencial a la paz internacional.
A partir de ahí comenzó un aislamiento internacional económico y diplomático, siendo únicamente, la Argentina del general Perón, junto con la Santa Sede (Vaticano), los únicos Estados que mantuvieron a sus embajadores.

b.    Los años cincuenta: Guerra fría y fin del aislamiento

El comienzo de la década de los 50 es decisivo para el régimen franquista, ya que va a marcar el fin del aislamiento internacional. En el contexto de la guerra fría, que provocará la división del mundo en dos bloques, las potencias aliadas (bloque capitalista) preferían incorporar a España a su red estratégica, pasando por alto el régimen dictatorial. La imagen de anticomunista visceral del Caudillo se vendió por Europa, lo que favoreció el cambio de postura de las potencias occidentales hacia el fin del bloqueo. Lentamente, la presión diplomática sobre España se fue difuminando y en noviembre de 1950, cuando ya se habían iniciado negociaciones con EE.UU. y con el Vaticano, la O.N.U. levantó la retirada de embajadores y autorizó la entrada de España en organismos internacionales.
El 26 de septiembre de 1953 se firmaba el Tratado hispano-estadounidense, compuesto de tres acuerdos: uno económico, otro de asistencia técnica y otro defensivo. Este último era el esencial, pues significaba el establecimiento durante diez años, prorrogables por otros dos períodos de cinco, de bases militares (Torrejón de Ardoz, Zaragoza, Morón y Rota) de utilización conjunta por ambos ejércitos, bajo teórica soberanía española, aunque en la práctica, estuvieron siempre en manos fundamentalmente estadounidenses.
Ese mismo año, también se había firmado un nuevo Concordato entre El Vaticano y el Estado español, lo que significaba un nuevo elemento de reconocimiento internacional y, sobre todo, de reafirmación de la alianza entre la Iglesia y el régimen de Franco. El acuerdo confirmaba el derecho real de presentación de obispos por el dictador, la financiación estatal a la Iglesia española y el privilegio de establecer el Tribunal de la Rota en nuestro país; y ratificaba los privilegios e inmunidades ya pactados con anterioridad para los religiosos (exención tributaria o el derecho de rehacer el patrimonio eclesiástico); se establecía la plena validez civil del matrimonio católico y se daban amplias concesiones educativas de la Iglesia, lo que le facilitará de nuevo el monopolio en la enseñanza no universitaria.
En la línea de la política de descolonización iniciada tras la guerra mundial, España reconocía, en 1956, la independencia de Marruecos e iniciaba el proceso de descolonización del Protectorado.
En 1957, ante la presión de los falangistas por aumentar su control sobre el régimen, Franco procedió a un cambio de gobierno, alejándoles de las esferas del poder, dando entrada a los tecnócratas procedentes del Opus Dei, que iban a dar un giro radical a la política del país. Uno de ellos, Laureano López Rodó, experto en Derecho Administrativo, será el responsable de las leyes que darán base jurídica al Estado.

c.    La década de los sesenta: apertura y represión

A pesar de la apertura al exterior y de los importantes cambios económicos Franco no cambió su línea de férreo control político y restricción total de las libertades. La aprobación de la Ley de Principios del Movimiento Nacional de 1958, significaba una afirmación de los valores del régimen y el rechazo absoluto a toda actividad sindical o política libre. Además, la entrada en el Fondo Monetario Internacional (F.M.I.) y en el Banco Mundial, unidas a la visita del presidente Eisenhower a España, a finales de 1959, sirvieron para generar euforia y reforzar la imagen de Franco.
Ya en los sesenta, se producen ciertos intentos de demostrar un talante aperturista, quizás con la única intención de mejorar su imagen en el exterior. La entrada en el gobierno de ministros jóvenes, como Manuel Fraga, Laureano López Rodó o Gregorio López Bravo, llevó a la aprobación de leyes importantes como la Ley de Bases de la Seguridad Social, el Programa de construcción de centros escolares y, sobre todo, en 1966, la Ley de Prensa de Fraga Iribarne. Esta última, vendida como el levantamiento de la censura previa en la prensa diaria, en la práctica continuó manteniéndola bajo vigilancia, con la amenaza permanente del “secuestro”. Eso sí, libros, teatros y cines experimentaron un clima de mayor libertad, aunque también bajo el ojo del censor, propiciado también por los cambios en la sociedad española.
En estos años culmina el proceso de institucionalización del régimen, con la aprobación de la Ley Orgánica del Estado, y el nombramiento, en 1969, del príncipe Juan Carlos como sucesor de Franco «a título de Rey», con lo que la continuidad del régimen parecía asegurada. El gobierno también afrontó desde un programa diplomático que buscaba el reconocimiento internacional, con la firma del acuerdo preferencial con el Mercado Común Europeo, el establecimiento de relaciones con algunos países del Este, o la renovación de los acuerdos con EE.UU.  En política interior se aprueba la Ley General de Educación de 1970, promovida por el ministro Villar Palasí, que reformó profundamente el sistema educativo acercándolo a los modelos europeos.
La década termina, en medio de la creciente agitación, sobre todo en el País Vasco, con el llamado proceso de Burgos, en diciembre de 1970, contra 16 miembros de ETA, 9 de los cuales fueron condenados a muerte. Las protestas en las calles, el secuestro por E.T.A. del cónsul alemán en Bilbao (con la amenaza de matarle si se cumplían las condenas), y la presión internacional hicieron, finalmente, claudicar a Franco, que, creyendo en la fortaleza del régimen, conmutó las penas por las de cadena perpetua.
d. El inicio de los setenta: el fin del régimen 
El inicio de la década supondrá también el inicio del ocaso del régimen, marcado por la organización de la oposición democrática, el protagonismo sindical, especialmente de comisiones Obreras, con un aumento considerable de las huelgas, y la radicalización del movimiento de protesta estudiantil, que llevará incluso, al cierre de la Universidad de Valladolid. A estos movimientos opositores se unirá una parte de la iglesia, especialmente los llamados “curas obreros”, representada sobre todo por la personalidad del Cardenal Enrique Tarancón, que se convertirá en la bestia negra del régimen. A pesar de todo, Franco mantendrá firme su voluntad represora de las libertades y derechos de los españoles, especialmente a raíz del asesinato de su hombre de confianza, el presidente del gobierno Carrero Blanco. En el otoño de 1975 firmaba las últimas sentencias de muerte, que tendrán cumplimiento en septiembre de 1976, desoyendo las llamadas a la clemencia de la comunidad internacional y del propio Papa Pablo VI.
Los últimos meses de su gobierno, y de su vida, estuvieron marcados por su enfermedad, por el enfrentamiento entre las distintas familias del régimen y por el enfrentamiento con Marruecos, que supondrá la entrega, en contra del pronunciamiento del Consejo de Seguridad de la ONU, del Sahara español a Marruecos. Su muerte, el 20 de Noviembre de 1975, supondrá el fin de su régimen.


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