domingo, 6 de mayo de 2018

Bloque 10.7. Relaciona la Guerra Civil española con el contexto internacional


La guerra civil española fue uno de los conflictos del siglo XX que más repercusión internacional provocó.  En el conflicto español se entrecruzaron a la vez los intereses estratégicos de las potencias y el compromiso ideológico de las grandes corrientes políticas del momento.


     Las potencias fascistas decidieron desde un primer momento ofrecer una ayuda importante a los rebeldes dirigidos por Franco. Mussolini y Hitler buscaban conseguir, por un lado, beneficios estratégicos, puesto que Italia continuaría su política de expansión mediterránea y Alemania podía obtener un aliado que amenazara la retaguardia francesa, y por otro, ayudaban a un aliado ideológico en su lucha contra los sistemas democráticos y las ideologías obreras. Portugal (bajo la dictadura del General Spínola) se unió desde un principio a esta ayuda a Franco.
     La URSS, por su parte, tuvo muy claro desde un principio su compromiso de ayuda a la República. No sólo se enfrentaba a la expansión del fascismo, sino que alejaba el centro del conflicto entre las potencias al otro confín de Europa, alejando el interés de Hitler de sus fronteras. Además, con su apoyo buscaba llevar a cabo la “internacionalización” de la revolución proletaria y la expansión del comunismo.
     Las grandes democracias occidentales (Francia e Inglaterra y EE.UU.) tuvieron una actitud que podemos catalogar como uno de los grandes engaños diplomáticos del siglo. Gran Bretaña estaba decidida desde un principio a mantenerse neutral. El gobierno conservador británico veía con aprensión la extensión de la influencia germano-italiana a la península y la consecuente puesta en peligro de su base de Gibraltar y su ruta imperial a la India; sin embargo, la orientación revolucionaria que se produjo en la zona republicana, alejó definitivamente la posibilidad de una ayuda a la República. El gobierno francés, pese a estar conformado por el izquierdista Frente Popular, siguió la política marcada desde Londres.
     La actitud de las democracias ante la guerra española se enmarca en su búsqueda de una política de conciliación con Hitler. El Reino Unido, y con él Francia, habían optado hacía tiempo por tratar de evitar cualquier enfrentamiento que pudiera llevar a una guerra general. El mayor ejemplo de esta actitud fue la política de apaciguamiento ante las potencias fascistas, que alcanzó su cenit con la firma del Pacto de Múnich en septiembre de 1938. Se puede afirmar que, desde ese momento, las esperanzas de la República desaparecieron. Otro buen ejemplo de esta actitud fue la política del gobierno norteamericano. Mientras el Congreso de Estados Unidos aprobaba la denominada Ley de Neutralidad, el gobierno de Roosevelt miraba para otro lado cuando las compañías petrolíferas norteamericanas vendían combustible a Franco.
     El gobierno francés de Léon Blum, con el apoyo británico, ofreció a las demás potencias un pacto de no intervención en el conflicto español: se trataba de no facilitar ni hombres ni material de guerra a ninguno de los bandos en conflicto. Nació así el denominado “Comité de No Intervención” al cual se adhirieron todas las potencias. El Comité fue una farsa, mientras Francia y Gran Bretaña se abstenían de ayudar al régimen democrático en España, Hitler y Mussolini apoyaron de forma masiva y decisiva la causa de Franco. La única potencia a la que pudo volver sus ojos el gobierno de Madrid fue la URSS, algo que, inevitablemente, influyó en la evolución interna de los acontecimientos en la zona republicana (la preeminencia del PCE frente a las demás fuerzas de isquierdas).
La desigual ayuda exterior recibida por ambos bandos fue uno de los factores que explican la victoria de los nacionales:
El bando nacional recibió desde un primer momento una importante ayuda de Hitler y Mussolini. Tras recibir apoyo aéreo para pasar el Ejército de África a la península, Mussolini envió setenta mil soldados italianos, munición y material de guerra. Hitler, por su parte, envió la Legión Cóndor, lo que incrementó de manera decisiva la superioridad aérea de Franco. La colaboración de Portugal, aunque no fue decisiva en el terreno militar, permitió el libre paso de armas para el ejército de Franco por su territorio.
La única ayuda que recibió el bando republicano de las democracias fueron las escasas armas enviadas desde Francia en los primeros momentos del conflicto. La ayuda francesa quedó inmediatamente cortada tras la firma del Pacto de No Intervención, aunque se siguieron enviando armas de forma clandestina. La ayuda soviética fue fundamental para ayudar en la defensa de Madrid.
El apoyo más significativo que recibió la República, lo constituyeron las Brigadas Internacionales, constituidas por grupos de jóvenes voluntarios, no todos comunistas pero reclutados por la Internacional Comunista en muchos países del mundo. Fueron unos cuarenta mil y tuvieron un papel importante en la defensa de Madrid y en las batallas del Jarama y Teruel. Las presiones del Comité de No Intervención y el desinterés de Stalin, que pensaba ya en buscar algún tipo de acuerdo con Hitler, hicieron que Negrín aceptase su salida de España a fines de 1938. Mientras, el Comité de No Intervención fracasó en su intento de que las tropas italianas que apoyaban a Franco abandonaran España.
Por último, sería necesario hacer mención a la sociedad de Naciones, en aquellos momentos estaba en profunda crisis, y su inoperancia en este caso va a ser flagrante. Ni logró impedir la intervención directa de Alemania e Italia en la guerra, ni fue capaz de imponer el cumplimiento de la resolución aprobada. Su incapacidad en este conflicto fue el anticipo de su incapacidad para evitar la II Guerra Mundial, de la que la Guerra civil española fue antesala.

No hay comentarios:

Publicar un comentario