II. Industrialización y modernización de las infraestructuras
La minería y la industria: el desarrollo de la periferia
El ferrocarril
La existencia de una red de transportes y de comunicaciones era vital para la integración de las actividades económicas nacionales. Tradicionalmente, estas actividades económicas se habían visto perjudicadas por el relieve peninsular y por la ausencia generalizada de ríos navegables. A estas dificultades se unieron los conflictos bélicos del siglo, que interrumpían las comunicaciones y fomentaban el bandolerismo, convirtiendo el transporte y los viajes en una aventura peligrosa.
Los obstáculos para el transporte hacían imprescindible la creación de una red ferroviaria que articulara el mercado interior de la península. Aunque con enormes deficiencias, la red fue impulsada desde la Administración del Estado a través de la Real Orden sobre Creación de Ferrocarriles (1844), que permitió la construcción de las primeras líneas ferroviarias (Barcelona-Mataró y Madrid-Aranjuez). Más tarde se promulgó la Ley General de Ferrocarriles (1855), que concedió enormes privilegios para la construcción de trenes: creación de bancos, fomento de inversiones, pago de subvenciones, desgravación fiscal de la importación de materiales...
Un proyecto centralizado
Un proyecto centralizado
La fascinación de lo desconocido... y de ¡la velocidad!
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