martes, 12 de febrero de 2019

Bloque 6.4. Resume las etapas de la evolución política del reinado de Isabel II desde su minoría de edad, y explica el papel de los militares



En el reinado de Isabel II debemos destacar dos grandes periodos: el de su minoría de edad (1833-1843) conocido como periodo de las regencias, y el de su reinado personal (1843-1868). Cada uno de ellos se dividió en etapas, marcadas por el signo ideológico de quienes detentaban el gobierno. En cualquier caso, hubo unas constantes que nos permiten definir este largo periodo de nuestra historia:  la implantación definitiva del sistema liberal, tanto político como económico, la tendencia moderada de la mayor parte de los gobiernos; la permanente presencia de los militares en la política y el desarrollo de un sistema político monopolizado por las élites y muy alejado de los intereses de los ciudadanos, marginados sistemáticamente del sistema mediante la limitación del derecho al voto.

Evolución política del reinado:

1. Minoría de edad y regencias (1833-1843)
Al largo de estos años se sucedieron las regencias de Mª Cristina, madre de Isabel (1833-1840) y de Espartero, general liberal héroe de la guerra carlista (1840-43).
La primera regencia estuvo marcada por el estallido de la I Guerra carlista, que determinó la inclinación de la corona hacia los liberales, buscando el apoyo de éstos a la causa isabelina, frente a los absolutistas defensores de su tío Carlos María Isidro.   En esta etapa se sentaron las bases institucionales del Estado liberal, con la promulgación del Estatuto Real de 1834, y, tras la sublevación de los sargentos de la Granja de San Ildefonso en 1836, la Constitución de 1837, de carácter progresista, al consagrar la soberanía nacional. Desde el punto de vista económico, se terminó con el régimen señorial, implantándose un sistema basado en el liberalismo económico, mediante la Ley de Desamortización de Mendizábal y los Decretos que la acompañaron.
El apoyo de la regente Mª Cristina a la Ley de Ayuntamientos, que establecía la elección de los alcaldes por el gobierno y no por los vecinos, llevó a los liberales progresistas a exigir su renuncia, en 1840, nombrando regente al general Espartero, lo que iniciaba una larga tradición de intervención de los militares, conocidos como espadones, en el sistema político. El autoritarismo de Espartero se hizo evidente con el bombardeo de la ciudad de Barcelona, lo que le enfrentó a su partido, el progresista, y facilitó el golpe de Estado del general moderado Narváez, en 1843.

Para evitar la inestabilidad que suponían las regencias, las Cortes proclamaron a Isabel mayor de edad, con trece años, iniciándose así su reinado personal, que se prolongará hasta 1868. Durante esta etapa se hizo evidente la tendencia de la reina a favorecer al partido moderado, que gobernará durante buena parte de este periodo. A los liberales progresistas sólo les quedará el recurso del pronunciamiento militar para forzar su llegada al gobierno.

2. La década moderada (1844-1854)
El principal protagonista de esta etapa será el general Narváez, tras el pronunciamiento militar correspondiente. Durante su gobierno se consolidó jurídica y políticamente el nuevo Estado liberal, con medidas de gran calado. En primer lugar, la Constitución moderada de 1845, basada en la soberanía compartida, limitación de derechos y el sufragio muy restringido. En segundo lugar, una reorganización administrativa del Estado, encaminada a una mayor centralización. En tercer lugar, una política económica, dirigida por Bravo Murillo, modernizadora y encaminada al desarrollo industrial y financiero, completada con la reforma fiscal de Alejandro Mon. Otras medidas fueron la fundación de la Guardia Civil, como alternativa a la Milicia Nacional y la firma del Concordato con la Santa Sede, que intentó restablecer las relaciones con la Iglesia, muy deterioradas por las medidas desamortizadoras de los progresistas.

3. El bienio progresista (1854-1856)
El monopolio del gobierno por parte de los moderados, con el beneplácito de la reina, llevó a los progresistas a buscar la vía del pronunciamiento militar y el levantamiento urbano popular. En Julio de 1854 se produce el pronunciamiento de Vicálvaro, conocido como Vicalvarada, encabezado por el general O’Donell. Este pronunciamiento militar fue apoyado por los progresistas, mediante el Manifiesto de Manzanares, en el que se exigen una serie de cambios políticos y la abolición del impuesto de los consumos. Durante este periodo se elaboró una nueva Constitución (1856) que nunca entró en vigor, se completó el proceso desamortizador con la Ley de Desamortización General de Madoz, y se promulgó la Ley General de Ferrocarriles, con el principal objetivo de favorecer el desarrollo industrial y del comercio interior, mediante la construcción de un entramado ferroviario que permitiese la articulación del territorio.

La inestabilidad política provocada por la constante conspiración de los moderados y los enfrentamientos entre los progresistas, facilita el acceso al gobierno del moderado Narváez, en un corto periodo de dos años, hasta la llegada al poder del general O’Donell, en 1858, al frente de un nuevo partido fundado por él, la Unión Liberal.

4. El gobierno “largo” de la Unión Liberal (1858-1863)
Esta etapa es un intento de tercera vía política, entre el moderantismo y el progresismo, y su labor más destacada fue la política exterior, orientada a intentar recuperar el prestigio imperial perdido. Con este fin España se embarcó en varios conflictos en Marruecos, Indochina, México y la guerra contra Chile y Perú, que provocaron unos gastos ruinosos para las arcas del Estado y sonadas derrotas.

5. Decadencia y final del reinado (1863-1868)
Es un periodo de clara decadencia política, que afecta también a la propia monarquía. Situación que se verá agravada por una importante crisis financiera y agraria, con un considerable aumento del paro. Los sucesivos gobiernos aplicaron políticas cada vez más represivas, que provocarán el descontento y la protesta popular. Un ejemplo de ello será el levantamiento producido como protesta contra la expulsión de Castelar de su cátedra universitaria. 
En 1866, los partidos progresista y demócrata firman el Pacto de Ostende, al que se unirá más tarde la Unión Liberal, con el objetivo de propiciar un cambio de régimen, lo que implicaba el derrocamiento de la reina. En septiembre de 1868 se produce el levantamiento del almirante Topete, apoyado por los generales Prim y Serrano, que supondrá el inicio de la Revolución gloriosa, poniendo fin al reinado de Isabel II, que deberá partir hacia el exilio. Se iniciaba así el llamado sexenio revolucionario.

De lo anteriormente expuesto podemos observar algunas constantes que marcan todo el reinado. Una de las más significativas, por su importancia en esta etapa y su trascendencia en el futuro político de España en buena parte del siglo XX, es el papel de los militares españoles en la vida política. Este protagonismo se convirtió en un fenómeno crónico, y se manifestó mediante numerosos pronunciamientos, además del papel que como presidentes del gobierno ejercieron diversos generales, liderando además los principales partidos, (Espartero, Narváez, O'Donnell…). A esto hay que añadir que muchos otros generales fueron ministros o senadores. Los motivos de este predominio militar habría que buscarlos en su prestigio y popularidad ganados en los sucesivos conflictos bélicos que padeció España en el siglo XIX. Otro factor sería la debilidad del poder civil, sin apoyos sociales amplios, como consecuencia del sufragio restringido y del fraude electoral. Por ello, los políticos civiles recurrieron al Ejército, buscaron figuras militares para encabezar los partidos y estimularon los pronunciamientos como medio de alcanzar el gobierno. Sin embargo, durante el siglo XIX, a diferencia de lo que ocurrirá en el siglo XX, el sentimiento liberal de casi todos los militares les alejó de la tentación de gobernar como dictadores.





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