lunes, 29 de octubre de 2018

Bloque 4.5. Comenta las ideas fundamentales de la Ilustración y define el concepto de Despotismo ilustrado


Ilustración: el siglo de las luces
La Ilustración fue un movimiento cultural e ideológico que se difundió en Eu­ropa durante el siglo XVIII. La característica básica de esta nueva corriente de pensamiento era una ilimitada confianza en la razón. Ni la autoridad, ni la tradición, ni la revelación pueden sustituir a la razón. Los ilustrados creían que los hombres, conducidos por su inteligencia, podrían alcanzar el conocimien­to, que era para ellos la base del progreso y de la felicidad. Por ello se mostraban firmes par­tidarios de la educación y del progreso.
La penetración en España de las ideas ilustradas fue lenta y difícil. La au­sencia de una amplia burguesía, el conservadurismo de los medios intelectua­les universitarios y el enorme peso de la Iglesia impidieron, en la primera parte del siglo, la difusión de la Ilustración en el país.

A partir de la segunda mitad del siglo XVIII una generación de intelectuales españoles reflejó en sus escritos las preocupaciones ilustradas y empezaron a criticar el modelo social imperante en España. Criticaron las supersticiones de la cultura popular, el desprestigio de las actividades artesanales y mercantiles en una sociedad movida por el sentido del honor y la hidalguía, la desigual distribución de la propiedad y los privilegios abusivos de la iglesia y la nobleza. Fueron figuras como Feijóo, Cadarso, Campomanes, Jovellanos, Aranda, Floridablanca, Ola­vide... quienes, aun sin formar un grupo homogéneo, coincidieron en el in­terés por la ciencia, el espíritu crítico y el ideal de progreso para España.
Los ilustrados españoles hicieron de la educación el objetivo principal, el eje sobre el que debía descansar la transformación del país. Defendieron la necesidad de imponer una enseñanza útil y práctica, obligatoria para todos en los primeros niveles, común a hombres y mujeres e impregnada de los nuevos conocimientos científicos y tecnológicos que se estaban difundiendo en Europa.
Respecto a la situación económica, todos eran conscientes de que el atraso del país, en relación con otras potencias europeas, tenía unas causas muy claras: el predominio de la propiedad de la tierra en manos de la nobleza y de la Iglesia, así como el excesivo poder de la Mesta y de los gremios. Criticaron también el desconocimiento de las nuevas técnicas, inventos y avances, aplicados ya en otros países como Holanda o Gran Bretaña. Por ello, se esforzaron en estudiar la situación real del país y proponer una serie de reformas que acabaran con el retraso y pusieran al país al nivel de las otras potencias europeas.
La Ilustración en España recurrió a diversos canales para su difusión, como la prensa pe­riódica, cada vez más importante en los últimos años del siglo XVIII. Muy importantes también en la propaga­ción del espíritu ilustrado fueron las Academias, fundadas a lo largo del siglo a imitación del modelo francés: Real Academia Española, Academia de la His­toria o la Academia de Bellas Artes de San Fernando. No obstante, fueron las “Sociedades Económicas de Amigos del País" el sím­bolo más importante del esfuerzo por propagar el espíritu ilustrado.
Despotismo ilustrado
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, algunos monarcas absolutistas, influidos por las ideas de la Ilustración que se difundían por Europa, intentaron llevarlas a la práctica. Esta nueva manera de gobernar se conoce como despotismo ilustrado. Sin abandonar los principios esenciales del absolutismo monárquico, la nueva teoría procuraba una nueva justificación, esta vez racional, al poder del monarca. Su lema: «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo», ponía de manifiesto que los monarcas ilustrados no renunciaban a su soberanía absoluta y seguían concentrando en su persona todos los poderes del Estado. Sin embargo, consideraron que la finalidad esencial de la monarquía era lograr la felicidad y el bienestar de sus súbditos a través de un buen gobierno, de la intervención en las actividades económicas para estimular la producción y aumentar la riqueza del reino y, en consecuencia, de sus habitantes. De esta manera actuaron algunos monarcas como José II de Austria, Federico II de Prusia, Catalina II de Rusia y, también, Carlos III de España.

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