Sobre un país agotado y arrasado por la guerra civil, se
construirá un nuevo estado caracterizado por la centralización absoluta del
poder en la figura del general Franco y por la persecución sistemática de
cualquier oposición. El régimen acabó siendo una dictadura personal
caracterizada por una absoluta concentración de todos los poderes en la figura
de Franco. Éste mantuvo en sus manos todas las fuentes de autoridad: era jefe
del Estado, del gobierno, generalísimo de los ejércitos, jefe del Movimiento Nacional
y del partido único. Además, recibió el título de caudillo.
Se instauró un Estado centralizado, que garantizaba la unidad de
España, imponiendo un orden social inspirado en la doctrina de la iglesia católica
y en el ideario falangista. La fundamentación jurídica de este nuevo Estado se
llevó a cabo mediante la Leyes Fundamentales del reino, conjunto de normas orgánicas
que, a modo de Constitución, regularon todos los aspectos de la vida política
de los españoles.