La guerra civil española fue uno de los conflictos del siglo XX que más repercusión internacional provocó. En el conflicto español se entrecruzaron a la vez los intereses estratégicos de las potencias y el compromiso ideológico de las grandes corrientes políticas del momento.
- Las potencias fascistas decidieron desde un primer momento ofrecer una ayuda importante a los rebeldes dirigidos por Franco. Mussolini y Hitler no solo podían conseguir beneficios estratégicos sino que ayudaban a un aliado ideológico en su lucha contra los sistemas democráticos y las ideologías obreras. Portugal (bajo la dictadura del General Spínola) se unió desde un principio a esta ayuda a Franco.
- La URSS, por otro lado, tuvo muy claro desde un principio su compromiso de ayuda a la República. No sólo se enfrentaba a la expansión del fascismo, sino que alejaba el centro del conflicto entre las potencias al otro confín de Europa, alejando el interés de Hitler de sus fronteras. Además con su apoyo procuraba llevar a cabo la “internacionalización” de la revolución proletaria y la expansión del comunismo.
- Las grandes democracias occidentales (Francia e Inglaterra y EE.UU.) siguieron un camino de no intervención, aun sabiendo de la ayuda directa de los totalitarismos, a Franco por un lado y, en el caso de la URSS, a la República por otro. La actitud de las democracias ante la guerra española se enmarca en su ilusoria búsqueda de una política de conciliación con Hitler. El gobierno francés de Léon Blum, con el apoyo británico, ofreció a las demás potencias un pacto de no intervención en el conflicto español: se trataba de no facilitar ni hombres ni material de guerra a ninguno de los bandos en conflicto. Nació así el denominado “Comité de No Intervención” al cual se adhirieron todas las potencias. Otro buen ejemplo de esta actitud fue la política del gobierno norteamericano. Mientras el Congreso de Estados Unidos aprobaba la denominada Ley de Neutralidad, el gobierno de Roosevelt miraba para otro lado cuando las compañías petrolíferas norteamericanas vendían combustible a Franco.
La única potencia a la que pudo volver sus ojos el gobierno de Madrid fue la URSS, algo que repercutió en la evolución interna de los acontecimientos en la zona republicana, al dar un peso político fundamental al PCE. Serán los comunistas los que marquen el proceso político, influyendo en el gobierno de Largo Caballero primero, y de Negrín después. Su influencia tendrá mucho que ver también con la represión brutal que se ejerció, desde el gobierno de la República, sobre el POUM (partido troskista, y por tanto enemigo de Stalin), y que llevará a la muerte de su líder Andreu Nin.
El armamento de ambos bandos también vino de fuera, burlando a veces las política de "no intervención". Las armas para el bando sublevado llegaban, sin ningún tipo de cortapisa, de Alemania e Italia; las de la República práticamente todas de la URSS.
Las Brigadas Internacionales estuvieron constituidas por grupos de voluntarios, no todos comunistas pero reclutados por la Internacional Comunista en muchos países del mundo. Fueron unos cuarenta mil y tuvieron un papel importante en la defensa de Madrid y en las batallas del Jarama y Teruel. Las presiones del Comité de No Intervención y el desinterés de Stalin, que pensaba ya en buscar algún tipo de acuerdo con Hitler, hicieron que Negrín aceptase su salida de España a fines de 1938.
La despedida de las brigadas se realiza en un acto solemne, al que acuden las más altas autoridades de la España Republicana.
Ir al epígrafe IV
No hay comentarios:
Publicar un comentario