jueves, 31 de marzo de 2011

Tema 12. Transformaciones económicas y cambios sociales en el S. XIX. El movimiento obrero

III. Crecimiento demográfico y cambio social. el movimiento obrero

La población en la 2ª mitad del XIX:


según el vídeo...



Las reformas en la agricultura trajeron aparejado un cambio en la población agraria, que se ve empujada a emigrar  a la ciudad o a América. Este fenómeno de emigración a América fue especialmente masivo en Galicia y Asturias, mientras la emigración a las ciudades se produjo en toda España, especialmente desde Extremadura o Andalucía hacia las ciudades más industrializadas como Bilbao, Barcelona o Madrid.

Estructura social: la sociedad burguesa frente al proletariado

La novedad más sobresaliente, desde el punto de vista social fue la emergencia de la sociedad de clases desplazando a la vieja sociedad estamental. Los fundamentos sobre los que se asentó la sociedad clasista fueron la libertad de todos los individuos, el derecho a la seguridad en la propiedad y la igualdad ante la ley, que acabó con los privilegios estamentales característicos del Antiguo Régimen. En esta nueva sociedad de clases, abierta y dinámica, se abrieron grandes posibilidades de movilidad pues cualquiera, al menos en teoría, podía descender o ascender socialmente según su capacidad personal. Los medios más usuales de mejorar en la escala social fueron la laboriosidad, el ahorro y el talento para hacer carrera opositando en la administración del Estado o ascendiendo en el Ejército.

Bloque social dominante u oligarquía: (antigua nobleza y nueva burguesía industrial, financiera y agraria; mandos militares y altos funcionarios del Estado)



Un amplio sector de la oligarquía ( la aristocracia agraria) vivía cómodamente instalada en el campo, con una vida de ocio y ostentación, mientras una amplia población campesina y un servicial servicio doméstico trabajaban, de sol a sol, para ellos. Su forma de vida responde muy bien a lo reflejado en la película "Bearn o la sala de las muñecas, de Jaime Chávarri...




 
Las clases bajas: La población campesina y los obreros de la industria
 Las condiciones laborales de la clase obrera industrial mejoraron a lo largo del siglo XIX pero siempre fueron extraordinariamente duras. Aunque los sueldos, en líneas generales, se mantuvieron estables, eran bajos, insuficientes para mantener un nivel de vida digno. Por eso, cual­quier aumento de los precios provocaba en los trabajadores industriales graves problemas de subsistencia y, como consecuencia, gran des­contento y frecuentes revueltas urbanas(...) A todo esto se añadía el despido libre, la reba­ja de los salarios en épocas de crisis, las miserables condiciones de vida familiares, el analfabetismo y la inexistencia de cualquier clase de pro­tección social. La salud de los obreros era tan precaria que, a mediados del siglo XIX, su esperanza de vida era casi la mitad (30 años) que la de una persona perteneciente a la burguesía (50 años).

En este montaje se narra de forma descarnada la realidad obrera de finales del S.XIX en Europa...¡terrible!



Las malas condiciones de vida y la creación de la AIT llevarán a los obreros a las mprimeras huelgas y a asociarse. Desde el principio aparecieron ya las primeras diferencias ideológicas





En la siguiente escena de la película "Tiempos Modernos", Chaplin nos muestra, con un extraordinario y mordaz humor, la condición de los obreros de la cadena de producción...




El movimiento obrero español

En principio... la solidaridad 

 La situación de precariedad a la que estaban sometidos los trabajadores los llevó a crear, desde la década de 1830, “Asociaciones de Ayuda Mutua” que los protegieran en caso de enfermedad o de pérdida del tra­bajo. Los obreros se agrupaban y aportaban pequeñas cantidades de dinero que se empleaba en socorrer a los que sufrían grave enfermedad o tenían accidentes laborales que les impedían trabajar.

Después la rebelión contra las máquinas...

A imitación de lo que había pasado en Gran Bretaña, también los obreros españoles se rebelaron contra la introducción de las máquinas en el procxeso productivo, puesto que las consideraban las causantes del paro. La máquina era la gran rival del obrero industrial, podía realizar el trabajo de varios hombres. Era su enemiga natural y había que destruirla. Esta es la esencia del movimiento "ludista", o de destrucción de las fábricas, que en España no tuvo gran impacto, aunque se sospecha que estuvo detrás del incendio de la fábrica "Bonaplata" de Barcelona.

Así narraba el suceso un periódico de la época:


"Y cuando todas las naciones de la Europa recompensan con munificiencia a los inventores de un descubrimiento que acelere los motores de las máquinas de vapor para dar mayor vigor a la industria; cuando por medio de caminos de hierro se conducen por el vapor con extraordinaria rapidez, facilidad y baratura las primeras materias, los géneros de consumo y los artefactos; cuando por el vapor llegamos con velocidad y tiempo determinado a las regiones más distantes; cuando sin el vapor, seremos siempre y necesariamente tributarios de la industria extranjera porque nunca podremos rivalizar ni competir con ella; cuando por carecer España de aguas no pueden abrirse canales; y sin el vapor no puede haber caminos de hierro que nos transporten los granos de que abundan otras provincias para comer el pan barato (…) ¿no es un enemigo del Pueblo el que induce a quemar las máquinas de vapor?¿No es uno que quiere un día la gloria a los industriales extranjeros?¿Podremos nunca sin el vapor fabricar las muselinas, holandas y otras manufacturas que tenemos ahora que comprar al extranjero, y en que se emplearían los brazos del jornalero español?”
El Vapor, Barcelona, 10 de agosto de 1835
Poco a poco, la concienciación...
 En 1864 se había creado en Londres la primera Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), impulsada por obreros franceses y británicos. Esta asociación pretendía conseguir la emancipación económica y social de la clase obrera y llegar a superar la división en clases de la sociedad liberal, a través de la propiedad colec­tiva de los medios de producción y la creación de una sociedad igualitaria.
En España, la Revolución de 1868 supuso la restauración de las liberta­des de expresión y de asociación. El movimiento obrero español dirigió rápidamente su atención hacia la AIT, y recibió la influencia de los dos sectores enfrentados. En 1868 Giuseppe Fanelli, estrecho colaborador de Bakunin, visitó España y fundó los primeros núcleos españoles de la AIT en Madrid y en Barcelona. Dos años más tarde, tuvo lugar en Barcelona el I Congreso Obrero Español, en el que se impusieron las tesis bakuninistas y se creó la Federación Regional Española de la AIT. En Madrid, de forma paralela, se formaba una sección de inspiración marxis­ta dirigida por Paul Lafargue, yerno de Karl Marx.





Desde entonces, el movimiento obrero español quedó dividido en dos bandos, a menu­do irreconciliables: el socialista, seguidor de las doctrinas de Marx, pre­dominante en Madrid, Bilbao, Cantabria y Asturias, y el anarquista, parti­dario de las tesis de Bakunin, mayoritario en Cataluña, Valencia, Andalucía y Aragón.




Diferencias entre marxismo y anarquismo

Las razones que llevaron al enfrentamiento pueden resumirse en las siguientes:
  • Marx deseaba una organización estructurada en torno a una autoridad como forma de reforzar la eficacia de las decisiones adoptadas. Bakunin se oponía a cualquier control o jerarquía. Los anarquistas se definían a sí mismos como "socialistas antiautoritarios".
  • Marx depositaba las esperanzas de revolución en una acción organizada y preparada de la clase trabajadora, especialmente de los obreros industriales. Bakunin apelaba al individualismo y la espontaneidad, al tiempo que otorgaba al campesinado un importante protagonismo revolucionario. De hecho, el anarquismo fue más fuerte en países de economía agraria, como Rusia o España, que en los industrializados.
  • La dictadura del proletariado como vía transitoria a la sociedad comunista, una de las piezas fundamentales de la teoría marxista, era rechazada por Bakunin, al considerar que todo tipo de Estado, inclusive uno de trabajadores, constituía un peligro para las libertades individuales.
  • La intervención de la clase trabajadora en el juego político por medio de la creación de partidos obreros, e incluso su colaboración con partidos de carácter burgués si éstos apoyasen los intereses del proletariado, fue rebatida por Bakunin, quien sostenía que los obreros sólo debían organizarse en torno a sindicatos y no intervenir jamás en política (parlamento, elecciones, etc), ya que ello acabaría por desvirtuar su fuerza revolucionaria.

2 comentarios:

  1. Esta parte del tema sobre la emigración me ha recordado mucho a un poema de Rosalía de Castro "Adíos rios, adíos fontes" ( https://www.youtube.com/watch?v=UYNLcdQt4Ek )

    ¡Adiós también, ay querida…

    Adiós por siempre quizás!
    Te digo este adiós llorando

    desde la orilla del mar.



    No me olvides, ay querida,

    si muero de soledad…

    tantas leguas mar adentro..
.
    ¡Adiós mi casa!, ¡mi hogar!

    No llego a imaginar lo duro que debe ser tener que abandonar tu tierra para irte a un sitio que no conoces, abandonando a la familia y a amigos. Además en aquella época en la que no habia las facilidades de comunicación que hay hoy en día.

    ResponderEliminar
  2. Pues si, tienes razón Sergio,en aquella época emigrar suponía no volver, y eso tenía que resultar muy duro. Hoy, con ser duro, resulta más llevadero gracias a Internet, el avión etc...
    Respecto al poema, es precioso,y a mi me gusta especialmente cantado por Amancio Prada

    ResponderEliminar